Nos convertimos en enemigos y luego en amantes un miércoles.
E hicimos una última promesa antes de decirnos adiós un miércoles.
Kyle Stanton es el playboy más arrogante que haya pasado nunca por el campus de esta universidad.
También es la última persona del mundo a la que me gustaría entrevistar para mi tesis de grado, porque:
1) No he olvidado que me dejó colgada para un trabajo de grupo en primer curso.
2) Tiende a creer que cualquier mujer que respire en su dirección lo desea.
3) ¿He mencionado ya lo insoportable y exasperante que es?
Si le escucho de nuevo pronunciar la frase «No tienes por qué quedarte ahí mirándome, si quieres te doy lo que buscas, solo tienes que pedirlo», juro que voy a gritar.
Al menos, esa ha sido mi impresión inicial de él hasta que sugiere «un trato perfecto» que nos beneficiará a los dos. Pero entonces, un beso indecente lo cambia todo, y me muestra una parte de él que hace que me enamore perdidamente.
Sin embargo, solo nos queda un semestre juntos...
Él entrará en la liga profesional de fútbol americano, y yo me marcharé a Londres.
Prometemos seguir siendo amigos en la distancia, pero una tremenda discusión nos separa y, desde entonces, no hemos vuelto a hablarnos.
Hasta ahora.
Nos conocimos un miércoles.
Nos convertimos en todo y luego en nada un miércoles.
Y ahora aparece en mi fiesta de compromiso, después de todos estos años, un miércoles...
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