Rowan es una joven plagada desde su nacimiento de un poder tan fuerte que es incontrolable. Algunos lo llamarían un don -¿un don?- Hmpf, un don... toda su familia fue condenada al ostracismo de su kumpaniia a causa de este don. La mayoría de esa kumpaniia fue golpeada, sus vidas les fueron arrebatadas por este don. Su propia familia, incapaz de establecerse, se vio obligada a abandonar su querida Rumanía, moviéndose constantemente de un lugar a otro para evadir a los que aún la persiguen, a causa de este don. No es un don, es una maldición; es el mal, y atrae el mal hacia ella. Un día terminará destruyendo todo lo que habría amado si hubiera tenido la oportunidad. Mantiene esa parte de ella bien cerrada, negándose a permitir que la magia que se filtra por sus propios poros salga al mundo. No puede dejar entrar a nadie, no puede permitir que nadie se acerque. Ni siquiera a la Gárgola tan sexy que se fija en ella y declara que es suya. No entiende que no es ella la que le atrae, sino el mal que vive dentro de ella. Tendrá que correr lejos y rápido para evitar que los que la persiguen encuentren a su Goyle y el santuario que él llama hogar. Si dar su vida por la de él es lo que está llamada a hacer, lo hará, sin pensarlo dos veces. Lo ama, aunque él se sienta atraído por ella bajo falsos pretextos.
Un poder tan antiguo como el tiempo, tan fuerte que se mata para proteger a la mujer del que mana. Encerrado durante décadas, sin permitir que fluya de forma tan natural como los elementos de los que está hecho, hierve a fuego lento, esperando la oportunidad de ser liberado de nuevo. Su propia esencia atrae a todo tipo de criaturas hacia la mujer en la que se ha convertido la niña: Windigos en busca de redención, Humanos deformados hasta el punto de la locura, empeñados en vengarse... ¿Su negativa a ver sus dones como realmente son hará que corra de cabeza hacia su propia muerte ardiente? ¿O los que la aman serán lo suficientemente fuertes como para salvarla a pesar de ella misma y obligarla a aceptar quién es realmente? Es hora de dejar de huir de sí misma. Es hora de ponerse las bragas de chica grande, tomar una posición y aceptar su derecho de nacimiento.
Mil gracias a LGM!
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