Men of steel 1 y 2 - M.J. Fields

1º JASE
Carly.

Dicen que nunca debes juzgar a un libro por su portada, pero, como ávida lectora de ‘ese tipo de libros’... y como miembro del club de lectura de mi madre, es difícil no hacerlo.
A lo que me refiero es, ¿quién puede culparme por desear a un encantador chico malo, con tatuajes y piercings, ojos color chocolate y toda esa sexy melena?
La manera en que me mira hace que me moje tanto como la costa de Jersey.
Simplemente es deseo a primera vista.
Solo hay algo que me detiene de arrojar mi precaución por los vientos y permitirle devorarme de la misma forma en que hacen los héroes con las mujeres en los libros que leo.
Soy virgen.
Vale, hay dos cosas que me detienen: también es el mejor amigo de mi primo.
Jase.
He visto esa mirada cientos de veces.
Me lo está pidiendo a gritos.
Quizás no con palabras, pero sí con la forma en que me mira.
Quiero devorarme entera a la rubiecita sexy de hermosos ojos azules, tetas perfectas y culo respingón.
Ella también quiere que lo haga.
El único problema es que es la prima de mi mejor amigo y él sabe que yo no soy ningún príncipe Encantador que cabalgará sobre un caballo blanco para rescatar a la doncella.
He trabajado duro para mantener la reputación de ser alguien sin ataduras, un chico más al estilo príncipe Albert.
Pero ella está haciendo que todo sea más... difícil.

2º CYRUS
Cyrus.

Verdad.
Sé quién soy. Soy Cyrus Steel; hijo, hermano, tío y amigo para las personas que elijo traer a mi vida.
Verdad.
Puedo irme a la cama con quien yo quiera.
Verdad.
No puedo cambiar el pasado, pero ahora yo elijo cómo vivir.
Verdad.
Me gusta el sexo y le hago el amor a las tías como nunca antes se los habían hecho. Duro y salvaje. No más de tres noches. Sin expectativas, así nadie sale lastimado. Mientras que la chica esté de acuerdo... que comience el juego.
Uno de mis tatuajes favoritos está encima de mi V abdominal y dice Verdad.
Un constante recordatorio de quién era y de quién soy ahora.
Tara.
No estaba segura de cómo o si siquiera debía confesarle que no había nadie que me amara. Tony fue la última persona en decirme esas palabras, y no las decía en serio. Él solo quería usarme.
Eso es lo que hoy me había demostrado este hermoso hombre debajo de mí. Él no me había usado. Ni siquiera me conocía. Pero pensaba que era hermosa y era dulce conmigo.
Tony se equivocaba respecto a él, e incluso si no quería volver a verlo jamás, me gustaría poder decirle lo equivocado que estaba.

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